Cerro Azul: arqueología, ecología y algo más (Parte II)

| 28 de julio de 2010

La ecología del litoral de Cerro Azul: al amparo del Centinela y El Fraile

Los cerros Centinela y El Fraile representan los principales hitos geográficos para la zona de Cerro Azul y sirvieron desde antiguo como puntos referenciales en los derroteros coloniales del siglo XVIII.

“(…) La barca cuando fuere a tierra ha de ir por fuera del farallón que llaman El Fraile, y llegar donde está la cruz de más adentro; se ha de dar fondo en 9 brazas teniendo el Fraile al SE. La seña de este puerto es un morro (Centinela) donde bate la mar y tiene encima una fortaleza que blanquea de mar en fuera. (…)” (Hurtado de Mendoza, 1730/1993).

Ubicación de Cañete con la referencia del farallón El Fraile. (Tomado del derrotero del capitán Hurtado de Mendoza 1730/1993)

En la página web del municipio distrital de Cerro Azul se encuentra la leyenda que explica el origen del nombre del cerro El Fraile. Cuenta la narración, que a raíz del terremoto de 1678, la población de Cañete inició un éxodo hacia zonas más seguras, pero los misioneros franciscanos que guardaban los tesoros acumulados producto de las donaciones de los fieles a la iglesia católica no se fueron de la villa, ellos enviaban diariamente al puerto de Cerro Azul a un fraile para que desde la cima de un cerro cercano al mar, pueda observar y advertir la llegada de piratas o corsarios con intenciones de apropiarse de dichos tesoros. Un día que el fraile se disponía a colocarse en su atalaya, dio un mal paso y resbaló, precipitándose hacia el mar, donde pereció. Desde entonces a dicha zona se le conoce como punta El Fraile. Al pie de la mencionada punta, se encuentran unas peñas cuyas siluetas vistas desde el mar asemejan a un fraile con el brazo levantado tratando de hacer señas de aviso. Cuando estas peñas se miran desde la orilla de la playa, la impresión es la de una tortuga al pie de una peña grande donde reposa un ave (falcónida o vultúrido) avistando el horizonte.

Peñas al pie del cerro El Fraile, con la apariencia de un ave reposando en una roca y una tortuga.

El mar que baña las playas de Cerro Azul, es el mar frío de la Corriente Peruana (antes llamada Corriente de Humboldt), estas aguas son un medio sumamente favorable para la vida marina, por la gran cantidad de plancton (fitoplancton y zooplancton) que contiene, el cual es la base de la cadena alimenticia de la ecorregión marina del litoral del Perú. La gran cantidad de nutrientes del mar frío peruano permite sostener uno de los más grandes bancos de peces a nivel mundial. Así mismo, las playas de la localidad cuentan con los dos tipos de orillas, las rocosas ubicadas hacia el sur y las arenosas hacia el norte. Las orillas, los farallones y acantilados son zonas donde se puede apreciar gran cantidad de aves marinas y terrestres. Una gran número de aves que frecuentan el mar y el litoral de la ecorregión del mar frío son endémicas de la Corriente Peruana, también dentro de éstas se encuentran las llamadas aves guaneras, cuyo estiércol es un excelente abono ecológico de gran calidad y utilidad como fertilizante agrícola (Brack, 2004).

Al caminar por la extensa playa arenosa, en dirección hacia los cerros mencionados, se aprecian gran cantidad de aves como las gaviotas peruana, dominicana y gris, los ostreros común americano y negro, algunas garzas blancas chicas, entre otras.

Garza blanca chica (Egretta thula)

Ostreros comunes (Haematopus palliatus)

Cormoranes y pelicanos peruanos (Phalacrocorax olivaceus y Pelecanus thagus)

Piqueros peruanos (Sula variegata)

El espectáculo es mayor, al caminar por el borde de la cima de los cerros y observar los acantilados y farallones repletos de piqueros peruanos, zarcillos, pelícanos peruanos, cuervos marinos, chuitas y guanayes. Desde estos precipicios se aprecian las bandadas de piqueros alzar vuelo y lanzarse de manera vertiginosa al mar para capturar su alimento. Infaltables en esta zona de nuestro litoral son los gallinazos de cabeza roja, reposando sobre las rocas en la cima del Centinela o alimentándose de lobos marinos muertos varados por el mar en la playa pedregosa al sur de este cerro, a lo largo de la extensa orilla colindante con la gran explanada donde se encuentran los vestigios arqueológicos de las grandes construcciones Guarco descritas anteriormente. En esta orilla pedregosa también tuve la oportunidad de observar algunas garzas blancas chicas y a un grupo de escurridizos zarapitos trinadores, reconocibles a la distancia por su largo y delgado pico curvo. Desde la cima del acantilado de El Fraile pude apreciar en el mar a un grupo de delfines, cuales tritones o sirenas nadando y surcando las aguas del océano, sin reposo, en busca de su diario alimento.

Chuita (Phalacrocorax gaimardi)

Zarcillos (Larosterna inca)

Gallinazos de cabeza roja (Cathartes aura)

Zarapitos trinadores (Numenius phaeopus)

El corto tiempo de mi visita en la localidad sólo me permitió apreciar un poco de la ecorregión marina y específicamente algo de la avifauna marina, dejando de lado la fauna invertebrada (p. e. crustáceos) y los reptiles. Queda pendiente la visita a la ecorregión costera de la localidad, la cual es parte del desierto del Pacífico y que se compone de cuatro ambientes: el desierto propiamente dicho, las lomas costeras, los valles fluviales y los humedales (Brack, ibid.).

La fiesta de San Pedro y San Pablo: el día del Pescador

“(…) En el valle de Cañete, que antiguamente decían el Guarco, había innumerables indios pescadores, (…) y ellos por hacerle fiesta hicieron una pesca solemne de muchos millares de indios que en sus balsas entraron en la mar (…)” (Acosta, ibid.).

Del extracto de Acosta y del texto de Cobo (transcrito párrafos arriba) se infiere que la forma como celebraban sus solemnidades los antiguos pescadores de la sociedad Guarco era realizando pescas rituales en medio de mucho regocijo, las mismas que incluían no sólo la participación de gran cantidad de población en sus balsas, sino del uso de instrumentos musicales.

San Pedro en andas durante la procesión

Es lógico suponer que con la conquista española y la consecuente evangelización, la población aborigen adoptó la devoción a los santos de la Iglesia Católica, pero también mantuvo de manera solapada ciertas formas propias de su antigua ritualidad. Un pálido reflejo de estas grandes solemnidades paganas se vive en nuestros días en las localidades de pescadores, como es el caso de Cerro Azul, durante la fiesta de San Pedro y San Pablo, celebrada todos los 29 de Junio, específicamente al celebrar al primero de ellos, considerado como el Patrono de los pescadores.

En la procesión que se realiza a estos santos en el pueblo, se nota una diferenciación entre las imágenes de ambos, no sólo en la ubicación dentro del séquito sino también en el tamaño y parafernalia. La imagen de San Pedro marcha delante seguida por la de San Pablo, que resulta ser de menor dimensión; asimismo, la imagen de San Pedro se encuentra con mayor ornamentación, colocada en una barca en escala y llevada en un anda más grande y con mayor cantidad de arreglos florales.

San Pedro y San Pablo en el local gremial

Concluida la parte de la celebración netamente religiosa, es decir la procesión, ambas imágenes son llevadas hasta el local gremial de los pescadores en la playa, donde empieza una serie de homenajes, que incluyen discursos de las autoridades locales así como recitales. Luego, la imagen de San Pedro es puesta en una barca de pescador (tamaño real) ornamentada con globos de colores, la misma que es introducida en el mar y paseada en las aguas.

Como parte de la festividad, se realiza una competencia de remo entre equipos de pescadores, que incluye un corto recorrido de las embarcaciones en el mar y finaliza con la llegada de los participantes a la orilla, recibiendo el equipo ganador, la aclamación de todo el pueblo observante.

Durante el homenaje, posterior a la procesión, el pueblo participante congregado en torno a la imagen de los santos, se dedica a tomar cerveza y a comer los potajes locales, entre los que menciono el “seviche” (cebiche), la carapulcra y la sopa seca.

Guardando las diferencias de tiempo y significado, algunos aspectos de estas celebraciones actuales, hacen recordar el pasado andino, particularmente en lo relacionado al ambiente de regocijo representado en la bebida y comida, como también, en la competencia de remo entre los pescadores y el paseo en barca de la imagen de San Pedro en el mar.

Llegada del equipo ganador de la competencia de remo durante la celebración del día de San Pedro

Palabras finales

Factores humanos como excavaciones clandestinas antiguas, el avance urbano, el descuido por parte de las autoridades locales hacia su patrimonio cultural y natural (probablemente por falta de presupuesto y creatividad), el escaso interés de la población y sus líderes en el conocimiento de su historia cultural y el poco cuidado del medio ambiente, la poca presencia del Instituto Nacional de Cultura, así como factores naturales como el paso del tiempo, el intemperismo, el viento salino y los propios factores intrínsecos estructurales de los vestigios, entre otros, son las principales amenazas que enfrenta el patrimonio cultural y natural de Cerro Azul.

Muchas de las aves marinas observadas durante la visita en los cerros y farallones del puerto son especies que se encuentran en riesgo de acuerdo a la lista elaborada por el Instituto Nacional de Recursos Naturales-INRENA (hoy Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado-SERNANP), en base a las recomendaciones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales-UICN, como el caso de las especies en peligro de extinción (chuita, pelícano peruano, piquero peruano y guanay), las especies vulnerables (zarcillo) y las casi amenazadas (cormorán, gaviota dominicana, ostrero común americano y ostrero negro) (Hudtwalcker, 2009).

Sólo la población organizada con el apoyo de sus líderes en trabajo conjunto con las autoridades locales y regionales, las entidades técnicas estatales y privadas y la empresa privada pueden proteger, conservar, difundir y poner en valor el valioso patrimonio presente en Cerro Azul. Los intelectuales, científicos y gente de buena voluntad que visitan la localidad, pero que no radican en ella, sólo pueden contribuir con ideas y conocimiento en beneficio de la comunidad.

No puedo concluir este artículo sin mencionar la cordialidad y el buen trato brindado por la gente de Cerro Azul durante los días que estuve allí, para ellos mi más sincero homenaje y esta pequeña contribución en la difusión de su valioso patrimonio.

Bibliografía

Acosta, Joseph (1590/1962). Historial natural y moral de las Indias. México: Fondo de Cultura Económica.

Brack Egg, Antonio (2004). Enciclopedia Temática del Perú. Ecología. Tomo 5. Lima: Empresa Editora El Comercio.

Busto, José Antonio del (1973). Siglo XVI-Historia Interna. Historia Marítima del Perú, Tomo III, Volumen I. Lima: Instituto de Estudios Histórico Marítimos del Perú.

Busto, José Antonio del (2007). Túpac Yupanqui, Descubridor de Oceanía. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.

Cieza de León, Pedro (1533/1985). Crónica del Perú. Madrid: SARPE.

Cobo, Bernabé (1653/1964). Historia del nuevo mundo. Madrid: Biblioteca de Autores Españoles.
Coloma Porcari, César (2004). El seviche del Perú, con “s” y “v”. El Comercio, Página 5. Edición del miércoles 21 de abril. Lima

Correa Pereyra, Luciano (1996). Historia social y política del distrito de Cerro Azul. Serie: Historia Regional. Cañete.

Garcilaso de la Vega, Inca (1609/1943). Comentarios reales de los incas. Buenos Aires: Emecé Editorial.

Guzmán Juárez, Miguel (2004). Arquitectura ceremonial en Cerro Azul: el señorío Huarco y la ocupación Inca. Boletín de Arqueología PUCP, Nº 8, 391-407. Lima.

Guaman Poma de Ayala, Felipe (1613/2005). Las ilustraciones de Guaman Poma (Huacas-Conquista-Encomenderos). Nueva Crónica 1b. Lima: Editorial Commentarios.

Hudtwalcker, José (2009). Fauna silvestre en riesgo de la isla San Lorenzo. Revista de Marina, Año 102, Nº 2, 132-141. Lima: Dirección de Intereses Marítimos e Información.

Hurtado de Mendoza, Pedro (1730/1993). Derrotero general del mar del Sur. Incluye estudio preliminar del Capitán de Fragata Jorge Ortiz de Sotelo. Lima: Fondo de Publicaciones Dirección de Intereses Marítimos.

Larrabure y Unanue, Eugenio. (1871). Cañete-Apuntes descriptivos, históricos, estadísticos. Monumento de Hervae. El Correo del Perú, Núm. XVI, Año I, pág. 123. Edición del sábado 30 de diciembre. Lima

Marcus, Joyce (2008). Excavations at Cerro Azul, Peru. The architecture and pottery. Cotsen Institute of Archaeology/University of California, Los Angeles.

Rostworoski de Diez Canseco, María (1989). Costa peruana prehispánica. Lima: IEP.

Vega, Juan José (1994). Garcilaso el cronista. Vivencias y recuerdos. Lima: Instituto Cambio y Desarrollo.

Villar Córdoba, Pedro (1935/1982). Las culturas pre-hispánicas del departamento de Lima. Lima: Atusparia.

Enlaces:

Cerro Azul: arqueología, ecología y algo más (Parte I)

| 27 de julio de 2010

El distrito de Cerro Azul se ubica a 132 Km al sur de la ciudad de Lima, es el puerto del litoral de la provincia de Cañete. La historia de Cerro Azul es amplia, en esta oportunidad me ocuparé principalmente de sus vestigios arqueológicos y de su ecología.

Su cercanía a la ciudad de Lima, hace de Cerro Azul un destino turístico de fácil acceso durante todo el año. Sus playas, cerros y farallones son lugares donde se puede observar la variada avifauna marina, impresionantes restos arqueológicos de la civilización Guarco y sobre todo, pasar momentos inolvidables en contacto directo con la naturaleza.

Lo primero que se aprecia al llegar a la extensa playa del puerto son el muelle y los cerros El Fraile y Centinela, los que representan el escenario donde se enmarca el presente artículo.

Vista del muelle de Cerro Azul y los cerros El Fraile y Centinela

Un poco de historia: el señorío de Guarco

Este señorío abarcaba la zona baja del valle de Cañete, limitando por el norte y sur con los desiertos vecinos que delimitaban los campos de cultivo, siendo los vestigios arqueológicos de Cerro Azul el límite norteño y el río Cañete el límite sureño. La frontera occidental la constituyó el mar y la oriental fueron las tierras fértiles que se extendían a la vera del canal principal de irrigación, llamado en tiempos modernos María Angola (Rostworoski, 1989).

Antiguo valle de Guarco, elaborado por Larrabure y Unanue (Tomado de Marcus, 2008)

Políticamente, los Guarco tenían frontera por el este con el señorío de Lunahuaná, el cual ocupaba el valle medio de Cañete; hacia el sur, se encontraba el señorío de Chincha y por el norte el señorío Ichma (Guzmán, 2004).

El sitio arqueológico de Cerro Azul es un gran asentamiento urbano compuesto de una serie de edificaciones variadas y representa uno de los principales complejos arquitectónicos en el valle de Cañete. Fue construido por la sociedad del señorío de Guarco durante el Periodo Intermedio Tardío (1100-1470 d.C.) y durante el Periodo Horizonte Tardío (1470-1532 d.C.) el sitio siguió funcionando como un núcleo estratégico de la administración incaica en la costa central del Perú. El asentamiento está organizado en tres sectores diferenciados: el primero, corresponde con estructuras de la época inca, ubicadas muy cerca del acantilado y sobre los cerros Centinela y El Fraile; el segundo compuesto por más de 12 conjuntos arquitectónicos preincaicos construidos en tapial y asentados entre la falda del cerro Camacho y la playa al sur del acantilado; finalmente, el tercer sector que corresponde con terrazas artificiales en las laderas oeste del cerro Camacho, en este sector se encuentran contextos funerarios y estructuras menores (Guzmán, ibid.).

Mapa del sitio arqueológico de Cerro Azul (Tomado de Marcus, 2008 y Guzmán, 2004)


En las crónicas de Cieza de León (1533/1985), Acosta (1590/1962), Garcilaso de la Vega (1609/1943) y de Cobo (1653/1964) se narra la lucha que sostuvieron los incas durante varios años para controlar el valle de Cañete y también se encuentra una descripción de la “fortaleza” de Guarco, ubicada en el cerro Centinela, mandada a construir por Pachacútec y terminada por Túpac Yupanqui.

“(…) Y que como los ingas viniesen conquistando y haciéndose señores de todo lo que vían, no queriendo estos naturales quedar por sus vasallos, (…) se mostraron tan valerosos que sostuvieron la guerra y la mantuvieron, (…) más tiempo de cuatro años, (…) después de haber los del Guarco y sus valedores hecho hasta lo último que pudieron, fueron vencidos y puestos en servidumbre del rey tirano (…). No embargante que por triunfo de su victoria mando edificar en un collado alto del valle la más agraciada y vistosa fortaleza que había en todo el reino del Perú, fundada sobre grandes losas cuadradas, y las portadas muy bien hechas y los recebimientos y patios grandes. De lo más alto desta casa real abajaba una escalera de piedra que llegaba hasta el mar; tanto, que las mismas ondas della baten en el edificio con tan grande ímpetu y fuerza, que pone grande admiración pensar como se pudo labrar de la manera tan prima y fuerte que tiene. Estaba en su tiempo esta fortaleza muy adornada de pinturas, y antiguamente había mucho tesoro en ellas de los reyes ingas. Todo el edificio desta fuerza, aunque es tanto como tengo dicho, y las piedras muy grandes, no se parece mezcla ni señal de cómo las piedras encajan unas en otras, y están tan apegadas que a mala vez se parece la juntura. Cuando este edificio se hizo dicen que, llegando a lo interior de la peña con sus picos y herramientas, hicieron concavidades, en las cuales, habiendo socavado, ponían encima grandes losas y piedras; de manera que con tal cimiento quedó el edificio tan fuerte. Y cierto, para ser obra hecha por estos indios, es digna de loor y que causa a los que la ven admiración; aunque está desierta y ruinada, se ve haber sido lo que dicen en lo pasado. Y donde es esta fortaleza y lo que ha quedado de la del Cuzco, me parece a mí que se debía mandar, so graves penas, que los españoles ni los indios no acabasen de deshacerlas, porque estos dos edificios son los que en todo el Perú parecen fuertes y más de ver, y aun, andando los tiempos, podrían aprovechar para algunos efetos. (…)” (Cieza de León, ibid.).

Inca Túpac Yupanqui (Tomado de Busto, 2007)

Restos de la “fortaleza” de Guarco (Estructura 3) en los acantilados del cerro Centinela, se puede apreciar la clásica mampostería inca

Otra vista de la mampostería inca de la “fortaleza” de Guarco

Durante fines del siglo XIX y primeras décadas del XX, varios fueron los viajeros y estudiosos que realizaron descripciones y anotaciones sobre los restos arqueológicos del valle de Cañete, entre los que podemos mencionar a Squier, Middendorf, Larrabure y Unanue y el sacerdote Villar Córdova.

De todos ellos, deseo mencionar el testimonio de Larrabure y Unanue (1871), quien llamó la atención respecto al lamentable estado de conservación del “Monumento de Hervae” (nombre asignado por este estudioso a los vestigios arqueológicos de Cerro Azul) y de la amenaza a la que estaban expuestas sus magníficas construcciones por parte de los propios pobladores de la localidad en busca de tesoros supuestamente escondidos por los incas; asimismo, emplazó a las autoridades y en especial a las municipales, para que se dictasen las medidas pertinentes a fin de salvaguardar los vestigios culturales existentes. Este ilustre estadista, historiador, diplomático y escritor, percibió la importancia de la conservación, protección y difusión del patrimonio cultural como fuente del verdadero conocimiento de la historia cultural del antiguo Perú.

“(…) Seria muy conveniente que los hacendados de cañete tomasen interés en la conservación de estos vestigios de la antigüedad: creemos que las autoridades, y sobre todo los municipios, deben también dictar las medidas más oportunas á fin de que no se destruyan las importantes huacas de la provincia. Si hoy parecen inútiles; si hoy se mira con el mayor desprecio esos restos del antiguo esplendor del Perú, un día llegará en que los hombres estudiosos vayan allí á pasar sus mejores momentos, traduciendo en esos muros que se derrumban la historia de tres generaciones. (…) Es preciso no olvidar que la verdadera historia del Perú está escrita en sus numerosas huacas, solamente visitando y registrando estas podemos llegar á un conocimiento, más o menos exacto, de la industria, el comercio y la cultura de los antiguos peruanos. (…)” (Larrabure y Unanue, ibid.).

El primero en realizar excavaciones arqueológicas científicas en el sitio de Cerro Azul fue Alfred Kroeber alrededor del año 1925, de acuerdo con su mapa esquemático, el sitio se constituye de diez estructuras mayores (A-J), dos estructuras pequeñas y 13 quebradas (Marcus, 2008). Asignó las construcciones a su período “Cañete Tardío” (correspondiente con el Período Intermedio Tardío) y postula que no se trató de una ciudad sino de un centro ceremonial, donde la población de pescadores del señorío realizaba ritos vinculados con el mar (Rostworoski, ibid.).

Durante la década de 1980, Joyce Marcus realizó investigaciones con excavaciones arqueológicas sistemáticas en cuatro estructuras arquitectónicas en Cerro Azul (1, 3, D y 9). Las dos primeras (1 y 3) son del periodo de dominación inca (Horizonte Tardío) y tienen las características estilísticas de la arquitectura clásica inca, principalmente con relación al trabajo de mampostería y el diseño de hornacinas trapezoidales. Las dos restantes (D y 9) fueron edificadas por los Guarco (Intermedio Tardío) y luego reutilizadas por los incas (Guzmán, ibid.).

La Estructura 1 se ubica en el cerro El Fraile, corresponde con un edificio rectangular construido con adobes y los clásicos nichos trapezoidales incaicos, además de escaleras, rampas, muros de piedra en el acantilado y un mirador especial en las peñas ubicadas frente al mar. Su ubicación estratégica y arquitectura integrada en la naturaleza, sugieren que la estructura tuviera funciones de observatorio y control del tiempo, así como de realización de rituales mágico religiosos. La Estructura 3 se encuentra en el cerro Centinela, es una construcción de forma ovalada y su perímetro está conformado por basamentos de mampostería (sillar rosado de origen volcánico) de tipo almohadillado adheridos a la roca madre. Por sus características arquitectónicas, es probable que esta estructura corresponda con la descrita por Cieza de León. Las Estructuras D y 9 se encuentran en la parte central de la explanada entre las faldas del cerro Camacho y la playa al sur del acantilado (segundo sector del sitio arqueológico), se caracterizan por la recurrencia de recintos destinados al secado y almacenamiento de grandes cantidades de pescado. Estas estructuras tuvieron una función administrativa e indican la existencia de criterios de reciprocidad y redistribución vitales para celebrar actos rituales en los espacios públicos para lograr el ordenamiento equilibrado de la sociedad (Guzmán, ibid.).

Vestigios de la Estructura 1 ubicada en el cerro El Fraile, construida durante la dominación inca

Vista general del Sector 2 del sitio arqueológico

Plaza central  en el Sector 2 del sitio arqueológico

Entre los meses de febrero y octubre del año 2002, el arquitecto Miguel Guzmán realizó el levantamiento arquitectónico de la Estructura I, ubicada en la parte meridional del segundo sector del sitio arqueológico, sus investigaciones determinaron que esta estructura fue construida en tapial y está conformada por grandes plataformas superpuestas. Además realizó mediciones de carácter astronómico, que determinaron correspondencias con las constelaciones Cruz del Sur y Cola de Escorpio, ambas fueron importantes indicadores en el antiguo mundo andino para la determinación de los ciclos temporales y la instalación de calendarios rituales que establecían la reciprocidad con la naturaleza y la cohesión social. Aunque no realizó excavaciones arqueológicas, propone que la estructura tuvo función ceremonial y cronológicamente pertenece al Período Intermedio Tardío. Asimismo, Guzmán complementa los mapas esquemáticos del sitio presentados por Kroeber y Marcus (Marcus, ibid.), incluyendo tres estructuras adicionales (K, L y M). La Estructura M ubicada al oeste de la Estructura D y la Estructura L al norte de la Estructura J, estaban incluidas en el mapa esquemático de Marcus, pero no recibieron denominación por parte de esta investigadora. Finalmente la Estructura K, ubicada al sur de las Estructuras I y J, es una edificación que no había sido registrada anteriormente. De acuerdo con la propuesta de Guzmán, la Estructura K por estar ubicada en el extremo meridional del sitio, pudo ser el acceso al centro ceremonial y puerta de comunicación con el valle hacia el sur (Guzmán, ibid.).

Estructura E (Sector 2)

Estructura B (Sector 2)

Estructura I (Sector 2)

Por las fuentes escritas de los siglos XVI y XVII de nuestra era, se sabe que la conquista Inca del valle de Cañete fue un proceso que duró varios años y que concluyó cuando los ejércitos de Túpac Yupanqui, gracias a una estrategia propuesta por su coya Mama Ocllo, lograron controlar el sitio de Cerro Azul.

“(…) nombró el Inca por visitador de las provincias de la costa de la mar a un hermano suyo que se decía Apu Achache, hombre de mucho valor y consejo; el cual partió delante a entender su visita (…). Llegado el visitador al Guarco, la señora dél, que era viuda, se puso a impedirle la visita y que empadronase sus vasallos, diciendo que no había de consentir que el Inca señorease su estado. (…) El Inca, recebida esta nueva, se rió (…). La Coya entonces pidió al Inca que le diese licencia, que ella se profería de sujetarle aquella mujer sin que le costase un soldado; respondióle el Inca, que en hora buena, que hiciese lo que quisiese. Tomó a su cargo la Coya este negocio y despachó al visitador, dándole parte del camino donde pensaba guiarlo, y mandándole que dijesen a aquella cacica, cómo él tenía aviso del Inca y de la Coya que querían reservar toda aquella provincia para ella, y que en albricias le pidiese le mandase hacer una fiesta solemne en la mar.

La viuda, creyendo ser verdad la nueva que le dio el visitador, concedió lo que le pedía y mandó para cierto día que le señaló el mismo visitador, que todos los del pueblo saliesen a la mar en sus balsas a festejarle; lo cual todo se efectuó; y estando los indios en la mar con sus instrumentos músicos y mucho regocijo bien seguros de la cautela y engaño del visitador, entraron en el pueblo dos capitanes del Inca y se apoderaron dél; lo cual visto desde la mar por la cacica y sus vasallos, no tuvieron otro medio que rendirse. Prendieron los capitanes a la cacica y lleváronsela a presentar a la Coya.

Gastó el rey en esta visita cuatro años. Mandó acabar de edificar las fortalezas y palacios que en muchas partes estaban comenzadas y en otras hizo labrar muchas de nuevo. (…)” (Cobo, ibid.).

Luego de la conquista española del Tahuantinsuyo (1532 d.C.), el virrey Antonio Hurtado de Mendoza fundó la villa de Cañete, en el valle de Guarco, el 20 de abril de 1556. Cerro Azul se convirtió en el puerto de la villa y fue el primer puerto peruano defendido por una fortaleza (Busto, 1973). A partir de esa fecha, se inició el desmantelamiento de las construcciones incas, en especial de la esplendorosa “fortaleza” de Cerro Azul, sus piedras sirvieron para construir la iglesia de dicha villa y diversos monumentos de la ciudad de Los Reyes (nombre colonial de la ciudad de Lima).

Virrey Antonio Hurtado de Mendoza (Tomado de Guaman Poma de Ayala, 1613/2005)

En el nombre del Pueblo, en el nombre de la Patria o en el nombre de Dios

| 10 de mayo de 2010

En una colina a 400 m del antiguo cementerio de la isla San Lorenzo, siendo las 3:46 pm del 11 de mayo de 1932, concluía un triste acontecimiento de nuestra historia republicana contemporánea con el fusilamiento de ocho marineros, pertenecientes a la tripulación de los cruceros de guerra “Coronel Bolognesi” y “Almirante Grau”.
El presente artículo no es una crónica de dichos acontecimientos, tampoco es una apología de las acciones subversivas acontecidas, ni una condena a quienes en nombre de la patria o la ley sentenciaron a esos muchachos a la pena capital, así como tampoco una crítica a la actuación de la iglesia católica durante esos lamentables hecho. En tal sentido, se obviarán nombres y cargos, sólo pretendo llamar la atención ante un hecho histórico con la intención de que sirva de reflexión, para que no se repita la historia y nos ayude a crecer como peruanos.
Durante los trabajos de investigación del Proyecto Arqueológico Isla San Lorenzo en el año 2003, en la zona del cementerio republicano ubicado en la caleta Panteón, se encontró los restos de una “lápida” parcialmente destruida, elaborada con piedras y yeso, la misma que llevaba escrita en letras pintadas de negro sobre el fondo blanco:
Mayo 11 de 1932-Mártires

“Lápida” conmemorativa, elaborada con yeso y piedras, encontrada en el antiguo cementerio republicano en la caleta Panteón

Inscripción lateral en la “lápida” conmemorativa

Se desconoce la fecha en la que se elaboró y colocó dicha lápida, así como quienes fueron sus autores. Al presente, esta "lápida" se encuentra en los depósitos del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, en el distrito de Pueblo Libre.

El hecho histórico, acontecido en esa fecha, fue de conocimiento público y ampliamente narrado en las ediciones del diario El Comercio de ese año, asimismo, otros medios como la revista Variedades también presentó fotos con notas sobre este acontecimiento. Algunos años después, en 1938, el capellán que atendió a los marineros ejecutados escribió su testimonio sobre los hechos.

Comunicado oficial del gobierno peruano condenando el motín. El Comercio, edición del 8 de mayo de 1932

El Motín de Marinería, como fue denominado por la prensa, se inició la noche del sábado 7 de mayo de 1932 y fue debelado el domingo 8. La corte marcial para los detenidos se instaló el mismo domingo a las 3 pm y concluyó por la mañana del día miércoles 11 de mayo con la condena a muerte de ocho marineros, 14 sentenciados a 15 años, 12 sentenciados a 10 años y tres absueltos.


4.Base Naval de San Lorenzo, 1926


El escenario de todos los acontecimientos, desde la debelación del motín hasta la ejecución fueron las caletas Paraíso, Sanitaria y Panteón, ubicadas en el flanco de la isla San Lorenzo que mira al Callao.

En las instalaciones de la Base Naval, ubicada en la caleta Paraíso e inaugurada en setiembre de 1926 por el presidente Leguía, se realizó la corte marcial a todos los procesados. Los ocho presuntos cabecillas permanecieron hasta la espera de su sentencia en las instalaciones sanitarias, construidas durante el primer gobierno de Leguía y que sirvió como presidio político durante su segundo gobierno, en la caleta Sanitaria, ubicada aproximadamente a 3 Km al norte de la caleta Paraíso. El fusilamiento de los sentenciados a la pena capital se llevó a cabo en las inmediaciones del antiguo cementerio republicano ubicado en la caleta Panteón, contigua al sur de la caleta Sanitaria y separada de ésta por una pequeña colina.


Vista aérea oblicua de las caletas Sanitaria y Panteón

De acuerdo con la acusación fiscal, la finalidad del movimiento fue el derrocamiento del gobierno constitucional para llevar al poder al líder aprista Haya de la Torre; además según el fiscal, estos marineros durante su estadía en Panamá fueron convencidos por líderes apristas deportados en dicho país. Por lo tanto, según la lógica del fiscal, ellos eran parte de un movimiento “apro-comunista”.

El testimonio del capellán que asistió a los marineros es ilustrativo de esa situación tan patética y paradójica:

“…Los pobres muchachos, al encontrarse en mi presencia (expresaron)…Entonces, Padre, somos condenados era su primera exclamación al verme...Mi pobre amigo, había de contestarles, yo tampoco lo sévalor pues, es Ud. Cristiano, afronte su suerte con entereza, y reciba con fe y resignación los auxilios de la santa religión, de la religión de su infancia

…me adelanté hacia el Presidente del tribunal, ofreciendo mis servicios para obtener clemencia, si eso era dable. No, padre, venga, ya es hora de la justicia… Bustamante…sindicado como cabecilla del movimiento sedicioso…pronunció con fuerza las siguientes palabras: Por la Hostia sagrada que el Padre me ha dado esta mañana, juro que soy inocente…Intervine para sugerir a los pobres muchachos pensamientos de fe, de resignación, y de perdón; me agradecieron los infelices, y me abrazaron, diciéndome: Ud., Padre, es nuestro único amigo, en esta tierra…”


Marineros cabecillas del motín de marinería en el muelle de la Base Naval San Lorenzo, siendo trasladados hacia la caleta Sanitaria para esperar la sentencia de la corte marcial


Un hecho aparentemente contradictorio, entre la narración presentada por el diario El Comercio y el testimonio del padre capellán, es que según el diario en su edición del 12 de mayo afirma que los sentenciados “…No dejaron encargos…”; mientras que el capellán escribe lo siguiente, “…Antes de retirarse (los condenados) me encargaban sus últimas voluntades y me dictaban una carta para sus padres…”.

La respuesta a la contradicción entre las fuentes, es que el capellán debió guardar como secreto de confesión los encargos y las cartas dictadas por los condenados, motivo por el cual, la prensa desconoció dichos escritos.

Los marineros levantados lo hicieron en el nombre del pueblo, fueron sentenciados y condenados en el nombre de la patria y esperaron la muerte recibiendo el auxilio de la iglesia en el nombre de Dios.

El colofón de este trágico acontecimiento es que las convicciones políticas no pueden ser impuestas con violencia, los actos de rebeldía deben ser juzgados con justicia y las creencias religiosas no pueden ser alienantes.

La violencia sólo genera violencia y el perdón sincero genera la paz interior. Los hechos y errores del pasado no pueden ser cambiados, deben ser vistos de manera objetiva y sin apasionamiento. Para lograr un futuro promisorio se tiene que vivir un presente positivo y verdaderamente humano, buscando siempre el bienestar personal, familiar y comunitario.
Bibliografía.
1. Diario El Comercio, ediciones del 8 al 12 de mayo de 1932. Lima
2. Revista Variedades, edición del 14 de mayo de 1932. Lima
3. Cotte, Ernesto (1938). Veinticuatro horas en la isla San Lorenzo-Relato de un testigo presencial. Revista de la Universidad Católica, Nº 7, del 30 de junio de 1980. Lima
4. Hudtwalcker, José (2008). Las islas del Callao en los albores del siglo XX: apuntes para su historia. Revista de Marina, año 101, Nº 3. Lima.